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Modelo de atención

Nos centramos en las personas.

Nuestro enfoque de intervención se basa en el Modelo de Atención Integral Centrada en la Persona, que aspira a harmonizar los servicios prestados con los deseos y preferencias de las personas a las que van dirigidos, situando a la persona en el eje central de la organización del centro y de las actuaciones profesionales.

La atención integral centrada en la persona es la que promueve las condiciones necesarias para la consecución de mejoras en todos los ámbitos de la calidad de vida y el bienestar de la persona, partiendo del respeto pleno a su dignidad y derechos, de sus intereses y preferencias y contando con su participación efectiva. (Pilar Rodríguez)

Trabajar bajo este modelo conlleva facilitar apoyos y nuevas oportunidades de vida, de la mejor vida posible para cada persona. Se trata de cuidar bien y ganar en calidad de vida de las personas.

Este modelo se basa en normativa y evidencia científica como la siguiente: Convención Internacional de Derechos de personas con discapacidad, nuevos derechos sociales, modelo social de la discapacidad, paradigma del envejecimiento activo, modelo de calidad de vida, enfoque de las capacidades, entre otros.

Los principios sobre los que gira la atención diaria en base a este modelo, según los describe Teresa Martínez (2013, revisión del 2017) son:

1. Todas las personas tenemos dignidad.

Con independencia de la edad, las enfermedades, el estado cognitivo, el grado de discapacidad o dependencia, o cualquier otra circunstancia sociopersonal, las personas mayores son poseedoras de dignidad. Por tanto, deben ser tratadas con igual consideración y respeto que las demás.

 

2. Cada persona es única.

Ninguna persona mayor es igual a otra. Cada persona tiene su propio proyecto vital. Por tanto, la atención personalizada es imprescindible y debe dirigirse a apoyar proyectos de vida propios y significativos.

 

3. La biografía es la razón esencial de la singularidad.

La biografía es lo que convierte en única a cada persona mayor. Por tanto, ésta se convierte en el referente básico del plan de atención y vida.

 

4. Las personas tenemos derecho a controlar nuestra propia vida

La persona mayor se considera como un agente activo y protagonista de su proceso de atención. Por tanto, se ha de respetar la autonomía de las personas y se deben buscan oportunidades y apoyos para que éstas tengan control sobre su entorno y su vida cotidiana.

 

5. Las personas con grave deterioro cognitivo también tienen derecho a ejercer su autonomía

La autonomía no se entiende como una capacidad única y fija. Por tanto, no se renuncia a trabajar desde la autonomía con las personas gravemente afectadas, identificando oportunidades y apoyos que permitan su ejercicio. Y también la autonomía se entiende como un derecho que, cuando la persona no es competente para tomar decisiones y actuar, es ejercido de modo indirecto a través de los otros, quienes deciden teniendo en cuanta los valores y preferencias de quien es representado.

 

6. Todas las personas tenemos fortalezas y capacidades.

Las personas mayores, aun teniendo altos niveles de dependencia, también tienen fortalezas y capacidades. Por tanto, la atención profesional no debe fijarse solo solo en los déficits y limitaciones, sino que ha de poner la mirada en fortalezas y capacidades de cada persona, relacionarse desde ellas y buscar el fortalecimiento de las mismas.

 

7. El ambiente físico influye en el comportamiento y bienestar subjetivo.

Especialmente en las personas con deterioro cognitivo o con gran dependencia, el ambiente físico cobra una gran importancia en relación al bienestar subjetivo. Por tanto, es preciso lograr entornos hogareños, confortables, significativos, accesibles, predecibles y seguros.

 

8. La actividad cotidiana tiene una gran importancia en el bienestar personal.

Lo cotidiano, lo que sucede en el día a día, las actividades que realizan las personas mayores influye de forma determinante en su bienestar físico y subjetivo. Por tanto se han de procuran actividades plenas de sentido que refuercen la identidad de las personas, que respeten su edad adulta y que sean acordes a sus intereses. Actividades que además de servir de estímulo y terapia, eviten el aislamiento social y resulten agradables y motivadoras para cada persona.

 

9. El ser humano es un ser social y nos relacionamos desde relaciones de interdependencia.

Nos desarrollamos y vivimos en relación social y todos necesitamos de los demás para convivir y realizarnos plenamente. Mantener relaciones sociales tiene efectos positivos en la salud y en el bienestar de las personas. Esto sucede a lo largo de toda la vida, y especialmente cuando las personas se encuentran en situación de dependencia. Por tanto, los otros -los profesionales, la familia, los amigos o los voluntarios- son esenciales en el desarrollo del proyecto vital de las personas a lo largo de todo el ciclo vital y tienen un papel clave en el ejercicio de la autodeterminación y el logro del bienestar físico y subjetivo. También las personas mayores, incluso cuando tienen un deterioro importante, deben ser valoradas como alguien que aporta y contribuye al bienestar de otros y, por tanto, deben recibir apoyos para que esto así sea y así se visibilice.

 

10. Las personas somos seres multidimensionales dinámicos, por tanto, sujetos a cambios.

En las personas mayores interactúan aspectos biológicos, psicológicos, sociales y espirituales. Precisan apoyos diversos y ajustados a las diferentes situaciones. Por tanto, resulta imprescindible ofrecer una atención que integre intervenciones integrales, coordinadas y flexibles.

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